La recesión económica mundial gana impulso
Lynn Walsh, editor, Socialism Today, revista del Partido Socialista (CWI en Inglaterra y Gales)
10 de noviembre del 2008.Después del 15 de septiembre, con la quiebra del gran banco de inversión Lehman Brothers, la profundización de la crisis en el sistema financiero global entró en una nueva y más aguda etapa. Un grupo de los mayores bancos discutieron sobre el rescate de Lehman, pero no estaban preparados para dar el paso sin el apoyo financiero del Gobierno estadounidense. El rechazo del secretario del Tesoro Hank Paulson, a suscribir un rescate financiero ha demostrado ser un error catastrófico. Paulson, Ben Bernanke y compañía intentaron dibujar una línea: no más rescates financieros financiados por el Gobierno. En lugar de eso, el colapso de Lehman (y la simultánea adquisición de Merril Lynch por el Banco de América) desencadenó una crisis mucho más amplia. En particular, la expansión de la crisis de EE.UU. a Europa.
Los bancos y los grandes inversores temían que las pérdidas de Lehman pudieran dar lugar a masivas pérdidas en otras financieras, especialmente a través de las reclamaciones sobre swaps de incumplimiento crediticio utilizado para asegurar los préstamos de Lehman. Una de las primeras bajas fue un fondo de mercado monetario (money-markey fund), que se enfrentó a la crisis de liquidez/solvencia como resultado de las pérdidas de Lehman.
Los fondos de mercado monetario son un elemento clave del sistema de préstamos interbancarios, el mercado de crédito al por mayor usado normalmente por los bancos para el bajo interés, fondos seguros para financiar sus operaciones diarias. La quiebra de Lehman y la adquisición de Merril Lynch provocaron el miedo de que "ningún banco o financiera estaba a salvo" y esto provocó a su vez un paro cardiaco en el sistema de préstamos interbancarios.
La crisis crediticia se ha convertido ahora en un embargo total del sistema bancario. La completa superestructura de valores de crédito que, según se afirmaba, podía proveer crédito abundante y barato, aboliendo virtualmente el riesgo, se había colapsado. Los analistas advirtieron de que ésta era la peor crisis bancaria desde el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914.
Una vez más, la Reserva Federal estadounidense y otros bancos centrales tuvieron que bombear enormes cantidades de liquidez a los bancos, tomando un círculo cada vez mayor de instituciones financieras y aceptando más y más riesgos colaterales.
En un par de semanas, los EE.UU., Gran Bretaña y los gobiernos europeos se vieron forzados a montar el mayor paquete de rescate bancario de la historia del capitalismo. A finales de septiembre y principios de octubre, hubo convulsiones en las bolsas de valores mundiales, que anteriormente estaban volátiles y disminuían constantemente. A diferencia de crisis anteriores, las caídas bursátiles han seguido a la crisis bancaria, en vez de precederla.
Las acciones cayeron precipitadamente en respuesta a una serie de eventos. Sin duda los inversores en grandes negocios temían una crisis sistémica del sistema bancario y financiero. Las acciones de compañías petrolíferas y corporaciones mineras, que habían destacado prominentemente en los índices bursátiles en los últimos años, se desplomaron cuando cayeron rápidamente los precios del petróleo y de las mercancías. Hubo también un pánico mundial de venta cuando la Casa de Representantes estadounidenses rechazó (el 29 de septiembre) el paquete de 700.000 millones de dólares de rescate bancario propuesto por Paulson. Esto reflejaba una combinación de oposición ideológica del libre mercado al rescate estatal de los bancos y un gran enfado público a las limosnas a los banqueros, que son vistos como los responsables de la crisis. Después (el 3 de octubre), un plan de rescate revisado, ya aceptado por el Senado, fue aprobado por la Cámara, reflejando la presión de los negocios para facilitar el crédito e impedir una profunda depresión. Entre los obreros y la clase media, la furia ante la codicia de los banqueros imprudentes se vio moderada por el miedo a un colapso económico y al desempleo masivo.
Al mismo tiempo la caída en las bolsas reflejaba el reconocimiento de que la economía mundial estaba ya camino de una profunda recesión. "Inmersión mundial de los mercados por el miedo a una larga recesión" informaba el 22 de octubre el Evening Standard (Lóndres). De acuerdo con el índice global de Morgan Stanley, ha habido un 45% de bajadas en los principales mercados bursátiles desde noviembre del 2007. Y la carnicería financiera está lejos de terminar.
Acciones coordinadas de los bancos centrales
Los hechos del 8 de octubre y los días siguientes marcaron el final de la era del mercado ultraliberal abierta por las medidas de desrregularización de Thatcher y Reagan a principio de la década de 1980. El gobierno de Brown anunció un plan de rescate de 400.000 millones de libras esterlinas para estabilizar los mercados financieros. El paquete incluía medidas para mejorar la liquidez y la solvencia de los bancos, así como garantizar los préstamos interbancarios. El gobierno anunció que invertiría 50.000 millones de libras en bancos, tomando acciones preferenciales, de hecho, una nacionalización parcial. En unos pocos días, el gobierno ha invertido un total de 37.000 millones de libras en una participación mayoritaria del Royal Bank de Escocia y un 40% de acciones de la recientemente fusionada Lloyds-HBOS. Al mismo tiempo, el paquete del gobierno añadió otros 100.000 millones al actual plan de préstamos a corto plazo del Banco de Inglaterra y también garantías de 250.000 millones en la nueva deuda bancaria, para de este modo garantizar así el préstamo interbancario.
El mismo día la Reserva Federal, el Banco de Inglaterra, el Banco Central Europeo (BCE), y otros tres bancos centrales anunciaron un recorte simultáneo del 0´5% en los tipos de interés. Esta es la primera vez que ha habido semejante acción coordinada desde los ataques del 11 de septiembre en el 2001. Este recorte en los tipos marcó un giro en el BCE que anteriormente había rechazado seguir los recortes del Fed y del Banco de Inglaterra con las doctrinarias razones de que la inflación sería un gran peligro para la recesión.
En los siguientes días, los gobiernos y bancos centrales de la eurozona tomaron medidas similares a las del gobierno británico, rescatando una serie de bancos con fondos estatales y manteniendo el sistema de préstamos interbancarios.
En los EE.UU. (el 14 de octubre) Paulson cambió el rumbo. El paquete de 700.000 millones de dólares presentado al Congreso fue primero una medida para comprar los títulos respaldados por hipotecas. Ahora, siguiendo los movimientos de los británicos y de los gobiernos de la eurozona, Paulson uso las provisiones incluidas en el Acta de Emergencia de Estabilización Económica para inyectar fondos estatales dentro del sistema, comprando acciones en los bancos participantes. En realidad, el gobierno de EE.UU presionó a los nueve mayores bancos para participar (van a recibir cerca de la mitad del total de fondos), imponiendo únicamente vagas restricciones de palabra sobre la devolución. El resto del dinero será ofrecido a los bancos regionales y comunitarios. Antes (el 7 de octubre) la Reserva Federal había implementado planes para crear un vehículo especial para comprar cantidades ilimitadas de papel comercial a tres meses de los bancos y de las compañías no financieras, garantizando de hecho un componente clave para el préstamo interbancario.
Esas medidas, que siguieron a la nacionalización de las compañías hipotecarias, Fannie Mae y Freddie Mac, y la adquisición por parte del Estado de AIG (Grupo de Seguros de América), otorgan al gobierno estadounidense una influencia sobre el sector bancario.
Las grandes empresas se enfrentan internacionalmente a un difícil dilema. Sin el rescate estatal, el sistema financiero mundial habría colapsado, amenazando con una profunda caída y supervivencia misma del sistema capitalista. Al mismo tiempo, temen la invasión del Estado dentro de la esfera de la propiedad privada y la persecución del beneficio. Michael Gros, el Ministro de Economía alemán ha descrito los rescates europeos de la banca de seguros como "una indispensable excepción" a las políticas generales del "libre mercado"
Las "indispensables excepciones", sin embargo, se están extendiendo cada vez más y más. En Alemania mismo, el Gobierno se vio forzado a rescatar a Hypo Real Estate. Francia, Bélgia y Luxemburgo rescataron a la belga-francesa Dexia. Forcis fue rescatada por los gobiernos belga y holandés. En el caso de Islandia, con el total de la economía nacional ejecutada como si fuera un fondo de cobertura especulativa, el Gobierno se vio forzado a nacionalizar los dos bancos más grandes gracias a un préstamo de 4.000 millones de dólares del gobierno ruso.
Los líderes capitalistas están tratando de minimizar las implicaciones de la nacionalización o semi-nacionalización de grandes partes del sector financiero y bancario. Es sólo una medida temporal, de emergencia. Los gobiernos no "interferirán" en la actividad diaria de los bancos (imponiendo restricciones mínimas en los pagos a directivos y en los dividendos de los accionistas). Tan pronto como la crisis llegue a su fin, las acciones estatales serán vendidas a los inversores privados, ¡probablemente con beneficio!
Pero, habiendo tomado sectores clave de los bancos (y garantizado sus depósitos y, en algunos casos, sus deudas) no será fácil para el Estado retirarse. De hecho, dada la probabilidad de una prolongada recesión económica, los gobiernos se verán forzados a intervenir incluso más. Por otra parte, la idea de que en el próximo periodo, los gobiernos harán beneficios con sus operaciones de rescate es probable que resulte ser una quimera.
Funcionará?
Serán suficientes estas medidas intervencionistas sin precedentes tomadas por EE.UU., Gran Bretaña, Europa y otros gobiernos para prevenir un colapso del sistema bancario mundial? Por el momento (22 de octubre), parece que hay una estabilización. La prima al préstamo interbancario (LIBOR, papel comercial, fondos monetarios de mercado, etc.) han empezado a caer y el préstamo interbancario está empezando a revivir. No obstante, la caída de crédito continúa y parece que va a continuar un tiempo considerable. A pesar de la presión desde los gobiernos que han bombeado nuevo capital dentro de ellos, los bancos están acaparando efectivo, reacios a conceder préstamos a clientes con cualquier riesgo.
En referencia al paquete de rescate bancario estadounidense, un alto directivo de banca dijo: "No importa cuanto nos dé Hank Paulson... nadie va a prestar un céntimo hasta que la economía se recupere. ¿A quién vamos a prestar dinero? Sólo a gente que no lo necesita. (Andrew Sorkin, US Banks Keep Hold on the Cash, International Herald Tribune, 22 de octubre) Un analista financiero basado en Londres hizo un comentario similar acerca de los bancos europeos. "Esperamos un aumento en los impagos de préstamos y otras cancelaciones de activos en los próximos años hasta prácticamente aniquilar las inyecciones de capital estatal, dejando a los bancos en primer lugar. Dado que los bancos necesitarán incrementar su capital para extender sus libros de préstamos, esas medidas únicamente son poco probables que prevengan de un estancamiento al préstamo de los bancos.
Además de los préstamos de impagos, por ejemplo, por fondos de cobertura inestables o corporaciones manufactureras golpeadas por la recesión, podría enviar más bancos a la quiebra, a pesar de la reciente recapitalización basada en el Estado. Los accionistas existentes de los bancos, por otra parte, están enfadados ya que el valor de sus acciones ha bajado con la adquisición por parte del Gobierno de acciones preferenciales a cambio de su inyección de capital. Muchos despreciarán los temas de derechos (opciones de existencia de nuevos accionistas para comprar acciones adicionales) ahora ofrecidas por muchos bancos en un intento de impulsar su capital base. En el caso de nuevas quiebras, los gobiernos se verán forzados a invertir más fondos estatales, pasando de una nacionalización parcial a una nacionalización completa.
No existe gratitud de los accionistas que han disfrutado de grandes beneficios de las actividades especulativas de los bancos en los últimos años. Su respuesta ante el rescate de los bancos es: ¿Dónde terminará? En realidad una nacionalización parcial muestra la redundancia de los accionistas privados. Si los gobiernos se han visto obligados a rescatar a los grandes bancos, ¿por qué no se ejecutan en el interés público, para encontrar las necesidades de la sociedad en vez de perseguir los superbeneficios para una minoría, una minoría de superricos?
La estabilización de emergencia de los bancos, por otra parte, no prevendrá de una recesión, que ahora esperan la mayoría de los líderes capitalistas y los grandes inversores que sea profunda y prolongada. La crisis inmobiliaria, por ejemplo, está lejos de terminar. La burbuja inmobiliaria estadounidense, que está en la raíz de la crisis bancaria de las subprime, continúa desinflándose. Una de cada seis hipotecas está en la actualidad en problemas (ya sea en mora o en defecto). Casi 500.000 millones de valores subprime derivadas de impagos de hipotecas, han sido amortizados y se espera que el total podría subir a 1 billón o 1´5 billones. Hasta la fecha, la caída de los precios de las casas en los EE.UU., unida a la caída de los precios de las acciones poseídas a título individual en fondos mutuos o cuentas de jubilación, han causado a la riqueza pérdidas de 7 billones de dólares. Esto ha resultado en una caída del gasto de los consumidores (bajó un 1% en septiembre sobre el año anterior) y probablemente esto se agravará.
Al mismo tiempo, grandes burbujas inmobiliarias en Inglaterra, España, Irlanda y otros países sólo se han desinflado parcialmente. Según la recesión vaya ganando ritmo, con un aumento del desempleo y el apretujamiento de los ingresos de los obreros, aumentarán los impagos de hipotecas que causarán más problemas a los bancos y a las instituciones financieras.
Una serie de fondos de cobertura se encuentra en problemas. El gobierno de EE.UU. ha dicho que no está preparado para rescatar a cualquiera. Sin embargo, muchos de los inversores en fondos de cobertura están retirando sus inversiones de los fondos, forzando a los fondos a vender activos. Aun más, el colapso de un fondo de cobertura mayor, como Long Term Capital Management en 1998, podría tener un efecto devastador en el sector financiero. Paulson podría todavía tener que comerse sus palabras al respecto.
Recesión en la economía real.
"Las nuevas ominosas compañías hacen caer las bolsas" anuncia el Herald Tribune (22 de octubre). La recesión de la economía real, con una consecuente caída de los beneficios, es uno de los factores principales en la reciente caída de las bolsas. Incluso las compañías "blue-chip" como Caterpillar o Dupont, han informado recientemente reducción en sus beneficios y han advertido de un sombrío panorama de la economía mundial. Los grandes constructores automovilísticos, GM, Chrysler y Ford, han tenido grandes pérdidas, y están siendo sostenidos por las garantías subsidiarias del gobierno para sus créditos. Los jefes de GM y Chrysler han estado incluso discutiendo una fusión lo que significaría sin duda cierre de plantas, pérdidas de trabajo y recortes salariales. Uno de los grandes inversores en Ford, Kirk Kerkorian de Tracinda Investments, ha vendido recientemente sus acciones de Ford y otros más no dudarán en seguir su ejemplo.
El gobernador del Banco de Inglaterra, Mervin King, reconoció finalmente lo obvio (el 21 de octubre) cuando dijo que la recesión había comenzado. Incluso Gordon Brown, que afirmaba estúpidamente haber abolido el "boom y su caída", se ha visto forzado a aceptar que estamos en recesión. Por supuesto, culpa de la "economía global" en lugar de la acción del capitalismo británico o de su propio apoyo entusiástico a las políticas neoliberales. Todas las grandes economías han descendido hasta un estancamiento virtual, con la perspectiva de un crecimiento negativo en los EE.UU., Gran Bretaña, la eurozona y Japón, por varios trimestres, si no se alarga más. El vertiginoso crecimiento de China hasta ahora, también descenderá.
Enfrentado a este oscuro panorama, los líderes demócratas en el Congreso de EE.UU. han llamado a un nuevo paquete "estimulante" una propuesta que ha sido respaldada por Bernanke. "No es el momento de preocuparse por el déficit" escribe Paul Krugman, un columnista pro-Obama, en el New York Times. Esboza un paquete para el gobierno estadounidense que podría "extender grandes beneficios a los desempleados, que ayudaría a las familias a afrontar la situación y pondría dinero en manos de la gente que pudiera gastarlo. Esto podría proporcionar ayuda de emergencia a los gobiernos estatales y locales, porque no tendrían que recortar gastos que degradarían los servicios públicos y destruirían trabajos. Se pueden comprar hipotecas (pero no en valor nominal, como ha propuesto John McCain) y reestructurar los términos para ayudar a las familias a quedarse en sus casas. Y también es un buen tiempo para comprometerse en un gasto infraestructural serio que los EE.UU. necesitan en cualquier caso". (Let´s Get Fiscal, International Herald Tribune, 18 de octubre)
Si Barack obama gana y los demócratas refuerzan su mayoría en el Congreso, es muy seguro que un paquete de medidas en ese sentido se apruebe. Algo parecido ha sido ya propuesto por Nancy Pelosi, líder demócrata en la Casa de los Representantes. Incluso antes de que el nuevo presidente tome el relevo en enero, es probable que los comités controlados por los demócratas en el Congreso propondrán tales medidas. Si Bush vetará tales medidas está todavía por verse.
Tendrá un gran estímulo fiscal, probablemente en una escala mayor que los 150.000 millones aplicados por Bush a principios de año (sobre todo desgravaciones fiscales) en la economía estadounidense? Como mucho, limitarán la profundidad de la caída económica. El caso de Japón en la década de 1990 nos da un ejemplo. Después de la explosión de la burbuja de la propiedad a finales de la década de 1980, el capitalismo japonés se enfrentó a una profunda y prolongada represión. El gobierno introdujo una serie de grandes paquetes de estimulación con el gobierno gastando en proyectos de infraestructura. Estas medidas evitaron una caída peor, pero no reavivaron la economía, que apenas salió del estancamiento en los últimos años, antes de ser golpeada por la actual crisis crediticia.
Por lo demás, en los EE.UU. los demócratas evocan frecuentemente el New Deal de 1930, que también supuso un masivo gasto gubernamental en proyectos de infraestructuras y provisiones de bienestar. Sin embargo, el gasto del New Deal falló a la hora de reavivar la economía estadounidense que sólo comenzó a crecer de nuevo con la llegada de la Segunda Guerra Mundial, que creó una demanda mundial de productos de los EE.UU.. Tanto en los gastos del New Deal como en las medidas del gobierno japonés en la década de 1990, el gasto estatal se basó en implicar a las grandes empresas en los grandes proyectos de infraestructuras. Ambas medidas estimulantes resultaron en una gran escalada de la deuda estatal. La deuda nacional estadounidense está ya subiendo a causa del plan de rescate de los bancos. Otro paquete de medidas estimulantes aumentará más la deuda, y aunque pueda retrasarse, significará tarde o temprano un aumento en los impuestos (golpeando a la clase trabajadora) y futuros recortes en el gasto estatal, especialmente en los servicio públicos.
La escala y el carácter de las medidas keynesianas en los EE.UU., Gran Bretaña y en otros países está por ver. Mientras tanto, la caída de la economía está cobrando impulso. Una lista creciente de países está haciendo cola para la "sala de cuidados intensivos", esperando los créditos de emergencia del FMI: Pakistán, Hungría, Ucrania, Bielorrusia, etc. La Organización Internacional del Trabajo estima que la crisis aumentará en 20 millones los desempleados a nivel mundial, elevando el total de 190 millones en el 2007 a 210 a finales del 2009. Pero esto sólo es un panorama "provisional": las previsiones actuales podrían estar subestimadas".
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